viernes, 21 de diciembre de 2007

Navidad

Ha llegado el momento de parar el trajín diario y dejar de lado las urgencias para mirar, aunque sea por poco tiempo, lo verdaderamente importante. El nacimiento del hijo de Dios es uno de esos momentos importantes de la historia. No podemos imaginar lo que sería el mundo si Dios, todo Amor y Perfección, no se hubiera humillado a la condición humana para restaurar nuestra naturaleza caída. Sin duda es un acto de amor, y es precisamente el amor el eje de estas fechas entrañables.
Me gustaría céntrame brevemente en la Cátedra de Belén. Mirando a José trabajando oculto por amor; a María amando el más grande Misterio; y la fragilidad del Dios hecho Niño. Nos estremecemos de ternura, y nuestras entrañas se conmueven ante la pureza del amor humano y divino.
Qué cariño, desprendimiento, humildad, alegría, cansancio, trabajo, limpieza, pobreza, y sobretodo Amor, debe haber invadido a la Sagrada Familia. Qué simples y grandes deben haber sido sus reflexiones, al ver que los hombres, llenos de complejos y complicaciones, no los recibían. Y con qué cuidados deben haber recibido al Niño Dios. En verdad que si las familias de todas las épocas no miramos con atención esa cátedra estupenda de amor humano y divino, no encontramos sentido a la grandeza del matrimonio y la familia.
Imagino a José, en oración agradeciendo la confianza de Dios y meditando sobre la mejor manera de cuidar al mismísimo Dios ¿Es que cabe mayor responsabilidad y honor?, luego, atesorará los bienes materiales ofrendados por los reyes magos para costear, en parte, el penoso viaje a Egipto para mantener a salvo a su hijo. Con cuanto cuidado irán gastando lo poco que tienen, y con qué cariño irá José consultando a María cada decisión…con cuánto amor le responderá María. Ellos, tienen los pies bien puestos en la Tierra, pero la cabeza siempre firme en el Cielo.
Que la alegría de esta Santa Navidad no nos aparte del camino, y que sepamos, como la Sagrada Familia, encontrar a Dios en las pequeñas dificultades de la vida de familia, si no lo encontramos ahí, no lo encontraremos nunca.

¡Feliz Navidad!

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